O
como hacerle un llanto gregoriano a tu compañera y confirmarle que te faltan 700 jugadores
Los días fueron pasando y siempre había algo nuevo, no puedo decir
que con la Doña no me entretenía, porque tiene el don de sacar a cualquiera.
El tema es que un día la Rectora de mi turno trajo una
multifunción, en si, para la comunidad, pero como es lógico mi turno lo usaría
para el proyecto que les mencioné anteriormente.
Ya saben, las multifunciones son algo OBVIAS y llenan su espacio,
como los amantes en los armarios o tras la cortinas. Y a pesar que nuestro
escritorio es grande, se llevaba un pedazo.
Fue lo que desató la tercera guerra mundial, aunque supongo que
ella venía “aguantando” desde hace rato, después de todo, no se lleva con los
cambios y sobre todo si estos cambios no se subyugan a su mando o idioteces.
El caso es que no le gustó.
Sorpresa, sorpresa.
Pero me lo pase por el arco de triunfo, no era algo que yo había
impuesto y la verdad me servía para hacer mi trabajo. Punto.
Debo señalar que en esa época también había un conflicto con una
caja. Ustedes pensarán: ¿tenía cosas frágiles? Yo contestaré: no, cartulinas.
Una caja que ella quería poner en el espacio de mi turno sin
ningún tipo de justificación.
PERO, voy a contar como fue la confrontación:
Iba entrando, en mi horario. Saludé a la bedel, tomé mis llaves y
me dirigí a mi lugar de trabajo, y al entrar la encontré esperándome.
No me extrañó, supuse que me tenía ganas desde hace rato por todo
lo que no dejé que me pisoteara así que la pelea era inminente. Ella me saludó
e inmediatamente señaló que me estaba esperando, yo ni lenta ni perezosa
comencé a escucharla mientras me acomodaba.
Lo que tuve que escuchar, fue, de lejos, la sarta de estupideces
más maniáticas de la vida (y recuerden que tengo una tía esquizofrénica).
Estaba enojada porque la directora general había hablado con ella,
gracias a las llamadas de atención que hice cuando me preguntaban como iba todo
(a ver, mis jefes SABEN que ella es una complicada del culo y querían saber
como iban los tantos), llamadas que al comienzo siempre fueron de un carácter
técnico, hasta que ya no aguante más y comenté lo que ella hacía y cuan
despreciativa e invasiva era.
Pero retomemos, ella estaba indignada porque hubiese involucrado a
los directivos, que les hubiese contado cosas y que obviamente, ellos le
llamasen la atención. A lo cual, agregó que ella
no hacía las cosas así.
Yo, con los ovarios al plato, y habiendo aguantado su osadía y su
desdén desde la primera nota que me dejó, le dije que me parecía bien que ella
no se manejase a sí, pero que yo sí. Y evidentemente esto no le gustó, porque
insistió en que esos asuntos debíamos mantenerlos entre colegas, cosa que
respondí que como colegas no pudimos llegar a un acuerdo, alguien debía
ayudarnos a mediar.
Detalle- detallaso: Que a todo esto nosotras habíamos tenido un primer enfrentamiento
por la multifunción en dónde ella me reclamó por el aparato ahí, que si no
podíamos ponerlo en otro lado, y un largo bla bla bla, al cual intente hacerla
entrar en razón de que ese también era mi escritorio, y que comprendía que le
molestase, pero no fue mi idea ponerlo ahí, que fue de los directivos y que
contra eso no iba a ir. En esa misma
discusión también le dejé en claro que yo no tenía la plata para pagar si esa
multifunción se rompía, a lo que ella agregó que tampoco contaba con el dinero
de ser el caso. En ese intercambio SUPUSE que comprendió.
PERO NO.
Regresando al problemón, me reclamó por el espacio de la caja, la
cual al llegar mi turno la cambiaba de lugar porque verán, de tres estanterías,
ella quería tapar una de las estanterías para poner ESA CAJA DE MIERDA LLENA DE
MIERDA.
Ash.
Me acuerdo y me saco.
Le insistí que le pedí desde hace meses que por favor liberara ese
espacio, y que le expliqué hasta el cansancio que necesitaba ese espacio libre
para que pudiese consultarse, y obviamente no le intereso. Ella estaba enojada
y no iba a entrar en razones.
Para este entonces, íbamos montadas en un pony a toda velocidad
con destino a: esto acaba mal.
Pero todos saben que los ponys se ponen locos y se piensan cabras
de vez en cuando.
Y el de ella decidió saltar por el barranco de contra mano…y
volar, volar hacia la libertad.
La lista de reclamos que me vomitó encima:
- Que mi turno ya tenía mucho lugar en la biblioteca y que ella
iba a decir eso en la reunión que se llevaría a cabo esos días (y se ve que
lo habló la descarada, porque el día que se realizó la reunión, uno de los
directivos, con ese humor ácido que tiene me dijo: ¿Andamos dando golpes de
estado? , a lo que respondí: obvio).
- Que hace no sé cuantos años a mi turno le habían dado más
espacio y que eso no podía ser (si, parece que lo repito, pero no). Señalé que yo no estaba viva para ese entonces (lo cual es cierto). Y su
respuesta fue tildarse por unos segundos…(juraría que fue por un minuto).
- Amenazaba una y otra vez que iba a hablar en la reunión, cosa
que a mi ni medio pelo me movió, pero que señalé que estaba en su derecho, a lo
que me respondió asquerosa: no te estoy pidiendo permiso. Y le retruqué
diciéndole que ni se lo estaba dando.
-Que la multifunción no podía esta ahí…
-Que mi turno tenía dos armarios y que no era justo (sé que parece
ser repetitivo o que me confundo, pero es tal cual como ella lo planteó, con
esto supongo ya observan el claro estado maníaco de esta Doña).
Y no la quería cortar. Le preguntaba por una cosa y me contestaba
otra completamente distinta, 20 minutos así, con ella cada vez peor. Y el
broche vino cuando retomó, tozuda, el tema de la caja.
Que yo esa caja no la tenía que mover más.
Mi respuesta fue que en su turno la caja podía estar en dónde
quisiera pero en el otro turno que nada tenía que ver con ella la caja ahí no
iba a estar.
Y ahí largó su: que actitud caprichosa la tuya.
…
¿En serio me acababa de insultar? ¿Con ese tono dulce y falso que
tiene? ¿A mi que era su igual?
Que tuve que aguantarme que me quisiese mandonear.
Que me quisiese poner a ordenar cosas de SU turno.
Que tuve que aguantar que no me dejase tranquila con esas notas de
mierda en el cuaderno que eran una agresión tras otra, y que dejé de responder
el día que a una de mis respuestas se atrevió a pintarrajeármela, poniéndole signos
de pregunta, o redondeando palabras, o subrayando.
Que soporté que le importase una MIERDA que estuviese ordenando
los tres tristes estantes que administro, en dónde ella se creía dueña y señora
y deshacía día si, día también mi trabajo, cambiando a su gusto.
Y un largo ect. De todas sus mierdas.
Mi opción fue terminar todo ahí, ella acababa de faltarme el
respeto y no pensaba escucharla más.
Le dije que no había nada más que hablar. A lo cual la muy cínica
se sonrió y me dijo: no te pongas nerviosa.
A lo cual no le respondí porque la iba a putear.
Y como si no fuese suficiente cuando salí de mi lugar de trabajo
ella comenzó a perseguirme y a canturrear (si, canturrear) que iba dejar
abierto. Yo sin dirigirle la palabra, continué, y ahí canturreó una vez más que
no me ponga nerviosa.
En ningún momento me giré. Caminé hasta bedelía y me puse a salvo.
A ella no le gusta ir para ese lado porqué están las oficinas de los
directivos y no se lleva bien con ellos.
Se me debía notar la descompostura porque la bedel, un encanto, me
preguntó si estaba bien.
Le conté brevemente lo ocurrido, y como esta mujer había actuado
al final.
Jamás me volví a quedar sola con ella.
Ni a contestarle a sus provocaciones, que hasta el día de hoy continúan,
invadiendo espacio, dejando notas acusatorias . Jamás volví a hablarle
después de eso.
La veo de vez en cuando, al cruzarnos en el cambio de horario,
pero ni un hola o un adiós.
Alrededor solo escucho que esperan que se vaya pronto, aunque también
hay algún que otro desubicado que no la conoce realmente y le tiene cariño.
No lo sé.
Su parte de la biblioteca cada día esta peor, y eso dificulta mi
trabajo, pero albergo la esperanza que algún día le de un brote y se tome otra
licencia, así descanso.
Ella no va a cambiar, y su locura tampoco.
Y es un asco.
¿Mi consejo? Eviten a los maniáticos, no se pongan a pelear con
ellos es una perdida de tiempo.
Viven en una realidad muy, muy lejana.
Como mi tía, la reina de los lagartos, y a la cual, le tengo
preparado un post que subiré en cuanto pueda.
Cambio y fuera.
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